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El cuerpo femenino que duele ha sido siempre un territorio por conquistar. El cuerpo femenino que grita, una amenaza y el cuerpo femenino que escribe una sublevación. El cuerpo femenino que no se disciplina una enfermedad. Anne Sexton (1928- 1974) fue ese cuerpo.
Poeta estadounidense, esposa, madre, paciente psiquiátrica, diagnosticada con trastorno bipolar, depresión mayor, trastornos psicóticos o episodios disociativos y tendencias suicidas. Anne fue hospitalizada por primera vez en 1956, en el Westwood Lodge de Massachusetts. La medicina la nombró enferma. La psiquiatría la redujo a caso clínico. La farmacología intentó contener su exceso. Pero ella escribió. Y al escribir, desobedeció.
Ese dolor monitoreado, reducido, dopado encontró hálito en la escritura. La escritura abrazó y sostuvo un cuerpo que se multiplico en palabras, un cuerpo kafkiano un cuerpo metamorfoseado por la poesía. La poesía deviniendo gritos, silencios, aullidos ováricos, una poesía subversiva que propuso simultáneamente un cuerpo poético. El poema no fue para Sexton un arte decorativo ni un pasatiempo terapéutico. Fue un acto político, una forma de insubordinación.
Michel Foucault plantea en la historia de locura en la época clásica que la psiquiatría es una tecnología de poder, no solo trata enfermedades, sino que normaliza y controla. La psiquiatría no es sólo una ciencia del alma, sino un dispositivo de control del cuerpo: “una ciencia del ama disfrazada de medicina del cuerpo” (p. 173). No se limita a sanar enfermedades orgánicas, se ocupa de interpretar, vigilar y corregir la conducta de un sujeto minimizado a objeto. La medicina quiere acceder a lo invisible: el inconsciente, la verdad interior y la moralidad. La función del diagnóstico no es curar, sino clasificar, silenciar, normalizar. En ese sentido, el cuerpo de Anne fue doblemente violentado: por el discurso médico y por la farmacología que pretendía amortiguar el grito.
La poesía de Sexton aniquila los argumentos patriarcales de un cuerpo femenino históricamente construido desde la opresión y la represión. Rompe con la estructura sistemática de las conductas morales y éticas que una “sujeta” contenida en la sociedad debe cumplir, como un mandato social. La escritura se ensambla como una máquina de guerra en el sentido deluziano: no busca conquistar el poder sino escaparse de él. (Deleuze & Guattari, 1988). Surge fuera del estado, en los márgenes sobre los pueblos nómadas, los cuerpos disidentes y las escrituras menores. Es creativa, puede expresarse en el arte, en el lenguaje, en la escritura y en la forma de vivir. Sexton representa las escrituras menores excluidas en manicomios, salas psiquiátricas. Expuesta a las intervenciones medicas con tratamientos inhumanos para normalizar un cuerpo. Pero no lograron silenciarla.
En este orden de ideas Hélène Cixous (1975/2010) escribió que las mujeres deben “escribir su cuerpo”, desbordar las lógicas patriarcales que las han encerrado en discursos ajenos. Pero Anne Sexton no esperó a que esa teoría fuera formulada: la encarnó. Escribió desde la sangre menstrual, la pulsión suicida, el deseo erótico, el duelo, la maternidad quebrada. Su poesía fue un campo donde se enfrentaron la psiquiatría y la poesía, el diagnóstico y el grito, el litio y la metáfora.
Mariella Sala, escritora y feminista peruana, ha nombrado con claridad la forma en que las mujeres que sienten demasiado, que nombran lo que duele, que se rebelan, son patologizadas. “El dolor de las mujeres siempre fue llamado histeria” (Sala, 2019). Y ese gesto de traducir el dolor en enfermedad no busca sanar, sino excluir. Esa historia no es sólo de Anne Sexton. Victoria Mas, en su novela El baile de las locas (2020), recupera el espanto de lo vivido por cientos de mujeres internadas en la Salpêtrière del siglo XIX. Mujeres encerradas por pensar, por sentir, por desobedecer, por leer. Mujeres exhibidas como espectáculo. Mujeres convertidas en objetos de estudio médico. Como ellas, Sexton también fue mirada, contenida, domesticada; pero ella, a diferencia de muchas, encontró en el lenguaje un pasadizo subterráneo: escribió.
La locura es la grieta, es el camino de Sexton que se revela como una propuesta estética de un cuerpo que a pesar de estar sedado se reconfigura desde el lenguaje y existe. Se revela, transgrede la estructura sistémica que anula el cuerpo. Las terapias electroconvulsivas (TEC) también conocidas como electroshock no fueron suficientes. Su psiquiatra Martin Orne con el ánimo de ingresar a lo más privado de la subjetividad femenina, a ese misterio que se teje entre penumbras y que desde la locura es custodiado por seres amorfos, permitió que Anne Sexton grabara sus sesiones. Las cintas las reproducía posteriormente para inventarse y transformar el lenguaje terapéutico en poesía, muchos de sus poemas parecen conversaciones interiores o reconstrucciones de escenas clínicas. Un cuerpo medicalizado que destroza todo acto perverso de sumisión.
Para finalizar, se hace necesario resaltar que la locura no siempre fue sinónimo de enfermedad, en la edad media el loco era visionario o sabio trágico. En la modernidad fue encerrado, vigilado, diagnosticado. La locura revela los límites de la razón impuesta y jerarquizada por el sistema político, cultural, religioso, moral y económico. Pero también, se presenta como una grieta luminosa para los sujetos creativos: aquellos que se atreven como Anne Sexton a hondar en sí mismos, a caminar sobre los abismos y tornados de sus propias sombras y a nombrar lo que otros no se atreven a ver. En esa escritura, Sexton no pide comprensión. No quiere perdón. No se ajusta. Se desborda. Cada verso suyo es una extensión de su corporeidad. Una grieta en el muro del diagnóstico. Una forma de decir: no soy el síntoma que me adjudican, soy la vos que ustedes intentaron anestesiar. Hoy, cuando la salud mental se medicaliza sin matices y el dolor psíquico se convierte en mercancía farmacológica, leer a Anne Sexton no es una visita al pasado es un acto subversivo de resistencia.
Referencias
- Cixous, H. (2010). La risa de la medusa (A. J. Gil, Trad.). Anthropos. (Obra original publicada en 1975)
- Deleuze, G., & Guattari, F. (1988). Mil mesetas. Capitalismo y esquizofrenia (B. Bosteels, Trad.). Pre-Textos.
- Foucault, M. (2006). Historia de la locura en la época clásica (V. Castrillón, Trad.). Fondo de Cultura Económica.
- Mas, V. (2020). El baile de las locas. Salamandra.
- Sala, M. (2019). Sobre el dolor y la escritura de mujeres. Fondo Editorial de la PUCP.
- Sexton, A. (2000). Transformations (Reprint ed.). Mariner Books. (Obra original publicada en 1971)
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en LETRAS QUE SANAN/ republicado en: EspacioPotenta.com / Imagen: Mónica Andrea