Sigo sin creer el total descaro con el que ese grupo de muchachos se burló de nosotras. “Solo son chicos de colegio”, pensaría cualquiera (entre esos cualquiera está el coordinador del colegio, qué decepcionante), pero no es así de simple. Normalizar esos actos es normalizar el maltrato. Lo humilladas que nos sentimos las compañeras a las que nos ultrajaron y despreciaron por la forma de nuestros cuerpos, la manera como manejábamos nuestra libre sexualidad e incluso si entrábamos en el rango de ser lindas o no, claramente todo esto con base en sus conceptos machistas y misóginos.
Ellos (todos menores de edad, entre 15 y 17 años) organizaban fiestas en sus casas. Siempre íbamos, incluso los considerábamos nuestros amigos, hasta que caímos en cuenta y, por boca de ellos mismos, supimos la verdadera finalidad de esas fiestas. Entre sus planes siempre estuvo emborrachar a las chicas para tener sexo con ellas. Invitaban únicamente a las que les convinieran, despreciaban al resto y se creían superiores al sentir que, al estar con una de ellas, les estaban dando la mejor oportunidad. Al enterarnos de todo esto los expusimos públicamente en redes sociales. Muchísimas personas se unieron, nos apoyaron y compartieron toda la información. Me comentaron que en el colegio las chicas hicieron un plantón contra esta situación tan desagradable; me pareció un acto muy lindo, y aunque la orientadora siempre tuvo la intención de realizar algo al respecto con ellos, el coordinador no lo permitió, fue solidario con ellos y no se preocupó por el bienestar de nosotras.
El mecanismo de defensa de estos tipos fue insultarnos aún más, amenazarnos con que si no eliminábamos todo y nos disculpábamos harían una denuncia legal a las que eran mayores de edad. A otras las amenazaron con sus becas universitarias. En mi caso, recibí la mayoría de insultos por parte de ellos, hasta subieron una foto mía donde no me veía muy bien, en forma de burla; se metieron con mi sexualidad y mi forma de ser. Se hicieron las víctimas de la peor forma, nos dijeron que tenían miedo y nos culparon, aunque otros fueron tan cínicos que siguieron burlándose de las chicas afectadas.
Hasta el día de hoy recibimos una disculpa. Ellos pretendían que olvidáramos lo sucedido y fingiéramos como que nada pasó, un borrón y cuenta nueva. Yo me negué completamente, algunas de mis compañeras sí cayeron en las disculpas, me pareció injusto, pero no pensé en reclamar. Después de todo lo que pasó, me sentí triste y angustiada, fue algo inesperado y decepcionante. De ahí en adelante he empezado a aprender a desconfiar de algunos hombres y no permitir ni el mínimo maltrato.
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Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotografía destacada por @paulakaste / Ilustración interna por Bastardilla (Graffity)