He tenido muchas ideas, las he llevado a cabo más por impulsividad que por convicción; la falta de convicción se debe, en verdad, a los miedos o dudas.
Una gran duda me oprime por dentro, siempre.
Sin embargo, he contado con un grupo de amigas y mujeres cercanas que me han gritado desde el amor un: ¡sí se puede!
A eso, entiendo, se le llama sororidad.
Tenemos de hecho un grupo en Whatsapp. Prendemos velitas las unas por las otras cuando el mundo de alguna está por caerse o, si se avecina algo bueno esperamos juntas esa respuesta.
Ese eco de respaldo me ha ayudado a que, cuando tengo algo genial pendiente de llevarlo a cabo, lo concrete.
Hace poco me vi leyendo cartas escritas por hombres privados de la libertad, cartas que responden a un proyecto que una vez soñé y ya está en marcha.
Aún no lo creo ¡No creo que se unan tantas voluntades y emerjan actividades de tamaño valor! En ello, no puedo obviarlo, está la fuerza femenina. Tres mujeres y yo le dimos la vuelta a esa ruleta.
Recientemente estuve en la ejecución de un taller con niñ@s pensado y realizado por una amiga y yo. Ella tiene su editorial, yo un libro publicado.
Nuevamente las voluntades ¡Otra vez la fuerza femenina!
Durante el taller coincido con otras dos: ambas mujeres académicas y sensibles. Hacen libros, propician charlas, generan reflexiones ¡y montan una feria de talla internacional!
En los pasillos, ¡más mujeres!: una en un ejercicio de radio; otra promociona una librería; dos – de cabello corto- están por ahí igual de inquietas impulsando talleres de filosofía para niñ@s y pregonando los servicios de ‘Dos mangos’, una nueva librería.
Y así, en un vaivén como las olas, van las mujeres.
Vamos.
Como las olas de la mar: ¡en femenino!
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotografías por Maíz Rios