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    Estas palabras se dicen ahora en voz alta

    PorAnabell Posada

    Ago 30, 2023
    Estas palabras se dicen ahora en voz alta, se escriben, se rompen los tabúes, se
    resquebrajan las máscaras de la maternidad.
    Adrienne Rich

    Yo no quería tener hijos, hijas, mascotas, plantas, nada. Cursaba quinto semestre de Literatura en la Universidad Nacional, en Bogotá. Había tomado la decisión de no tener hijos desde siempre. Y sucedió la vida. Me tapaba la barriga usando ropa ancha. Me negaba. No quería saber nada de bebés. Este mundo, pensaba y pienso, no está hecho para los niños y las niñas. Ya no podía leer sin marearme, me salía de las clases para vomitar. El mundo era una nausea infinita. No podía pasarme el día sin comer, y si comía, también era un problema. No tenía fuerzas. Estaba en una ciudad que no era la mía, sola, con pocos conocidos, sin familia cercana. Vivía en una pensión cerca de la universidad. Una colchoneta, un escritorio, la silla y mi hermosa biblioteca hecha por mi papá con cerca de quinientos libros amados. Envié un correo al que había sido mi compañero informándole que tenía un retraso, y que de confirmar lo temido, había tomado la decisión de no continuar el embarazo. Buscó la forma de comunicarse conmigo por muchos medios, pues no le había dado mi número, estaba en otro país y en esa época no había tantos celulares para ubicar a las personas como ahora. Él estaba feliz. Dijo que era lo mejor que le había pasado. Había salido del país buscando refugio por amenazas a su vida, por sus ideas. Él feliz y lejos, mientras yo buscaba los medios para resolver la situación. El acontecimiento. Lloraba en las noches, lamentaba no haberme cuidado aquella vez. Se arruinarían mis viajes, se complicarían los estudios, no podría leer… sería terrible todo. Un trabajo para toda la vida. No podría. Sentía pena por mí misma. Me había defraudado. Aun peor, sentía vergüenza por mí misma. Recibí una llamada de mi mamá. Estaba en clase de literatura inglesa, salí del salón al pasillo. Ella me felicitaba, decía que sería abuela por primera vez, me daba ánimos, todo se solucionaría. Me dio rabia que él le hubiera dicho, porque la cuestión se estaba “resolviendo”. Una persona intentaba conseguirme lo de las pastillas; ese año pasaba algo en el país en relación con la ley. Era el año 2006. La ley y yo. No dormía bien, no comía bien, no iba bien en la universidad, no encontraba salida. Por insistencia de él, accedí a ir una cita médica para hacerme una ecografía. Presté el dinero. Fui sola. Tenía miedo. Estaba sola. La cita. La imagen típica de la mujer sobre la camilla con la barriga descubierta, el gel, el aparato. Ahí estaba yo, extendida, frente a una mujer que, indicándome que mirara la pantalla con una especie de mancha en blanco y negro, decía algo así como que todo estaba perfecto, mientras un latido distante se escuchaba. Justo en ese momento supe que estaba atrapada. Una cárcel. Eso fueron aquellos meses. Una Casa vacía. Eso era yo. Me dejé llevar, fui a algunas citas médicas, viajé, dejé la universidad, y siguió lo irreversible. Por unos meses me sentí como un animal, viviendo instintivamente. Mi barriga creció de manera moderada. Nada se hinchó, mi cuerpo revivió. Mi cuerpo era el centro de todo. Mi cuerpo era el centro del mundo. Yo sabía que algo se había apagado para siempre. Y al mismo tiempo, empezaba otra cosa que yo no quería ver. Mi cuerpo era una cueva donde crecía una hoguera. Parir. Todo fue muy rápido, con poco dolor; más bien las cosas fluyeron favorablemente. Ese día en mi vientre quedó un vació enorme. Otra vez volvía a ser una casa vacía con miedo, el de las Noches azules, siempre el miedo. Entonces, ya yo no era yo. Ahora éramos dos. Un miedo duplicado. Sara Manuela además de ser un Bultito llorón y tener algo de “cara de india”, -su papá es de familia wayuu- traería más que llanto, otras cosas que yo pronto aprendería a escuchar, a ver y sentir. Pasaron los años. Me olvidé de mí, eso pasó. Todo en mí se hizo lento y en ella rápido, todo en mí se aplazaba y en ella todo era presencia constante, el ahora. El estar ahí. Yo cansancio, culpa, desilusión y espera. Ella era la vida pura. Cerca de sus cuatro o cinco años, no recuerdo bien, algo cambió. Llegó su voz. Una voz definida, un tono concreto. La palabra clara, las ideas, la conversación. Llegó el caminar de la mano, hacer planes, la lectura compartida, las historias, las películas, el juego, las fabulaciones de lo cotidiano, el descubrimiento y el asombro del mundo en la palabra, ese doble sentido infantil. Ese conjugar los verbos, la poesía innata. Llegó el nombrarnos madre e hija. Ser madre, saberse madre, sentirse madre. Redescubrirme como hija. Todo esto ella lo sabe. Diecisiete años. Creció mi niña amada. En su palabra redescubrí la mía. Con su voz encontré mi voz. Con ella volví a leer el mundo. Retomé Mi oficio, el de la lectura, el oficio de los libros, que se había disipado y desdibujado entre cansancios, pañales, llantos, compotas, purés… Mi oficio es la literatura. Ser madre me ha hecho ser mejor lectora. Como si mi mirada se afinara y apuntara hacia cosas que antes no veía. Yo creía –y quería- que mi vida iba a ser la academia, porque la exigencia de mi papá así me formó. En este mundo conciliar academia y maternidad es difícil, menos aún, si se es una mujer joven, pobre, y sola. No soy académica. No soy únicamente madre. Soy lectora. Soy otras cosas, pero mi fuerza vital es mi hija. Ella es el fuego protector. Soy lectora y madre en formación. Sin mi hija y la literatura, sin su voz, sin esas voces, la mía sería una voz rota, quebrantada, débil, silenciada.

    Mi hija Sara Manuela Acosta Posada, es la primera de izquierda a derecha en la foto. Marcha a favor del aborto en Barranquilla 2021.  

    *Las cursivas corresponden a referencias literarias.


    Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotografía por Anabell P.

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    Retazos sencillos de una vida lectora

    Por Anabell Posada

    Lectora en formación. Madre en formación. Mujer en formación. Mucho amor y café. Montaña y mar. Voz y silencio. Leer y amar.

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    24 comentarios en «Estas palabras se dicen ahora en voz alta»
    1. Lorena Guzmán Garzón dice:
      agosto 31, 2023 a las 1:32 am

      Que hermoso escrito. Ella sus afanes y su hija. Su fuerza.

      Responder
      1. Angie dice:
        agosto 31, 2023 a las 5:32 pm

        Hermoso escrito. Que bello que puedas compartir con tu hija todo lo que sentiste en ese momento, y prepararla un poco para lo difícil que es este mundo y para tomar decisiones sobre su vida con fundamento. Muy refrescante leer sobre la maternidad y todas las implicaciones emocionales que trae un embarazo sorpresa. Un abrazo.

        Responder
        1. Anabell dice:
          agosto 31, 2023 a las 9:43 pm

          Gracias, así es, me parece importante que ella sepa cómo funciona el mundo, la sociedad y que conozca otras versiones sobre la maternidad. Un abrazo.

          Responder
        2. Cony María dice:
          septiembre 1, 2023 a las 5:40 pm

          Belleza de palabras querida Anabell, honrro su llegada y tus palabras «Llegó su voz. Una voz definida, un tono concreto. La palabra clara, las ideas, la conversación» como seres de lenguaje que somos, la vida misma se vuelve palabras, palabras tuyas y palabras de la otra que es tu hija y la otra que sos viendola crecer.

          Responder
      2. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:41 pm

        Muchas gracias por leerme. Te invito a explorar los otros textos publicados y tambipen a animarte a escribir. Un abrazo querida Lorena.

        Responder
    2. Aura Posada dice:
      agosto 31, 2023 a las 1:34 am

      Leyéndolo y recordando como si hubiera sido yo. Recordando la felicidad de mi mamá al saber que sería abuela y recordando el honor de haber sido la segunda en conocer a doña Sara después de su mamá.
      La maternidad es un gran reto, pero el reto real es no perdernos en ella

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:45 pm

        Gracias por leer y comentar. Demasiado duro ser madre, las maternidades tiene muchas caras, quise mostrar una de ellas.

        Responder
        1. Dena Soto Muñoz dice:
          septiembre 2, 2023 a las 11:30 am

          Me identifico tanto con tus palabras, así también lo sentí yo con mi hijo mayor, pero hoy en día al verlo, olerlo, abrazarlo, escuchar sus análisis, jugar con él ajedrez (casi siempre me gana), no imagino la vida sin tenerlo a él. Y luego de que no quería ser madre y lloraba con tres meses de embarazo, luego de eso, ahora no es un hijo, son dos porque me sentía incompleta y por mi propia decisión ahí si, llegó Luciana, con sus don de la palabra, conversación y creatividad, creo que somos los unos para los otros. Gracias por tu artículo!

          Responder
    3. Yuranis Arteta dice:
      agosto 31, 2023 a las 1:35 am

      Espectacular! Lo ame 😍 la historia de muchas mujeres .. la oportunidad de la vida plasmada en poesía .. tan profundo como ese amor entre madre e hijos .. un amor inexplicable que nadie puede entender .. el amor verdadero ♥️

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:46 pm

        Gracias por leer y comentar querida amiga, sobre todo si lo dices tú, madre de cuatro hermosas hijas, anímate a escribir, este es un espacio abierto para nosotras. Pueden contar también tu experiencia siendo madre migrante. Un abrazo.

        Responder
    4. Luis Alberto Posada dice:
      agosto 31, 2023 a las 2:04 am

      Bueno, no solo le hice la biblioteca, también le sembré el amor por la lectura, el gozo por la fantasía, el sueño de la utopía. Pienso que existen muchos logros intangibles, que tienen valor inmensurable, mucho valor sin dimensionar, el que anhelarían otros a los que lo material no los llena.

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:47 pm

        Gracias por leer y comentar papi. Abrazos.

        Responder
    5. Ingrid dice:
      agosto 31, 2023 a las 2:38 am

      Anabell, en este texto logras tocar la fibras más sensibles de una mujer real,
      que vive, ama, sueña y se transforma.

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:48 pm

        Exactamente, somos mujeres reales, no siempre sonreimos ni tenemos todo bajo control, ni estamos seguras… la vida es así y es importante mostrar cómo funciona realmente un asunto tan complejo y contradictorio como es, a mi oarecer, la maternidad.

        Responder
    6. Carolina M. Madrid V. dice:
      agosto 31, 2023 a las 2:42 pm

      «No soy académica. No soy únicamente madre. Soy lectora. […] Soy lectora y madre en formación. Sin mi hija y la literatura, sin su voz, sin esas voces, la mía sería una voz rota, quebrantada, débil, silenciada.»
      ¡Profundidad y potencia en esta manera de cerrar tu texto! me encantó leerte. Me parece valiente el compartir la historia cuando tiene un fragmento que pudiera ser duramente juzgado. Al final, queda en evidencia la naturaleza humana, la impermanencia de los quereres y pensamientos.

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:50 pm

        Querida Carolina, qué gusto de verdad que hayas leído y comentado, me complace mucho. Este espacio está muy interesante, te invito a leer otros textos y a participar con el poder de tu palabra, abrazos.

        Responder
      2. Luz Ortiz dice:
        noviembre 6, 2023 a las 5:37 pm

        Me gustó e identifiqué con la historia. Me parece sin embargo muy triste que después de esa historia tan bella, su hija abogue por terminar con la vida de un ser en formación.

        Responder
        1. Anabell dice:
          diciembre 7, 2023 a las 2:23 am

          Hola Luz, gracias por leer el texto. Esta fue mi experiencia personal. Mi hija no está embarazada, pero sabe, como lo sé yo, que en Colombia, por la luca de muchas mujeres, la interrupción voluntaria del embarazo es un Derecho constitucional, eso significa que las mujeres podemos decidir sobre nuestros cuerpos. Ha sido muy triste nuestra historia, la de muchas de nuestras madres y abuelas y niñas, que aun violadas, o con 5 hijos, o 10 hijos, o sin tener que comer, o con alguna enfermedad, o porque el nivio, esposo, familia o la sociedad las obliga, o simplemente porque les falló el método anticonceptivo, hayan tenido qe verse obligadas a parir. Mi hija y yo y miles de mujers en el mundo luchamos por el derecho a decidir, aunque eso sí haya costado la vida de muchas de nosotras.

          Responder
    7. Mariana Ocampo dice:
      agosto 31, 2023 a las 5:00 pm

      ¡Que hermoso texto Anabell! Agradezco muchísimo encontrarte en este camino de lecturas, lectoras y maternidades. Te abrazo y te celebro. Gracias por construir esta urdimbre de palabras, te leo y me veo. 💜🔥💚

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:52 pm

        Muchas gracias Mariana, este espacio está muyyyy potente, o POTENTA mejor jejjeje, espero que sigamos entrando en la escritura con la confianza y certeza de entrar a un territorio nuestro.

        Responder
        1. Karen Melisa Yepes dice:
          septiembre 1, 2023 a las 10:48 am

          » tu bultito llorón» te enseñó a ser más fuerte , arriesgada y enfrentarlo todo. Gracias a la madre naturaleza y al universo porque te permitió acogerla en tu vientre y ser de ella tu propia versión. Un abrazote!!

          Responder
          1. Anabell dice:
            septiembre 2, 2023 a las 11:58 pm

            Querida Karen, muchas gracias por tu lectura y comentario. Un abrazo.

            Responder
    8. Michelle dice:
      agosto 31, 2023 a las 6:29 pm

      Precioso

      Responder
      1. Anabell dice:
        agosto 31, 2023 a las 9:53 pm

        Muchas gracias por leer, me alegra que te haya gustado, este es nuestro espacio, es importante sacar nuestras voces, te invito a leer los otros textos, abrazos.

        Responder

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