-Paisajes-
Para hablar de índigo hace falta pensar en el material mismo, en su naturaleza cruda ¿De dónde viene el color?, ¿qué proceso hay detrás del material? Acercarse a un material es la aventura de acercarse a la materia de la que el mundo está hecho. Escuchar un material es un proceso lento que requiere percepción, sensibilidad e instinto. Al mismo tiempo hay que enfrentarse a él y transformarlo; hacerlo real y que tome sentido en la actualidad. Los materiales en estado salvaje, los procesos orgánicos, las prácticas artísticas artesanales nos conducen a imaginarios de formas naturales, patrones orgánicos y colores místicos.
El índigo ha tenido a lo largo de la historia un atractivo universal, ha sido la materia colorante en textiles de todo el mundo. El pigmento azul es un compuesto químico presente en diferentes plantas del planeta. Es un material vivo que requiere de un lento y delicado proceso; las hojas de la planta pasan por diferentes transformaciones hasta llegar a la tina de teñido, donde se requieren ciertas condiciones orgánicas del entorno para que este delicado ecosistema se mantenga activo. En el proceso de teñir los textiles interfieren elementos como el oxígeno, la luz y el agua; todo en una exquisita química a la que la estructura textil reacciona.
En esta práctica artística, encontrándome a solas con la materia viva que es el pigmento índigo, pienso en sus procesos históricos y en los usos tradicionales de la gente que llegó a escucharlo y comprender sus capacidades y misterios a través del tiempo. Reflexiono a través de este proceso sobre la naturaleza de un color; sobre el tiempo, la lentitud y la paciencia necesaria para teñir un textil.
(En el ritmo vertiginoso de la vida de hoy estas reflexiones desafían las narrativas dominantes).
Y si bien en esta exploración el color tiene un papel fundamental, hay también una reflexión sobre el poder de los textiles, en cómo nos acompañan a través de la vida, nos cubren, nos procuran calidez y protección. Cómo los textiles tienen la capacidad de recrear el mundo con narrativas e imaginarios. Narrativas que, en mi exploración, buscan la intimidad con la naturaleza y que expresan vínculos con materialidades vivas.
De esta libre especulación ha surgido, lenta y sencillamente, una obra que he denominado Paisajes, he explorado fundamentalmente el teñido de textiles con índigo, experimentando los diversos matices del azul, desde azules lechosos a azules más profundos, cada uno con su naturaleza y penetrando interna y profundamente, más allá de las formas, de los contornos y de las líneas. En esta práctica nos hemos encontrado con la generosidad del añil y nutrido mutuamente para dar forma a la propuesta expositiva Añil Profundo.
Para seguir una estructura de trabajo, he incorporado a la exploración la técnica del shibori; palabra japonesa para definir el teñido textil con amarres. Son sistemas de teñir en donde se intervienen los textiles explorando diferentes amarres, pliegues y costuras con aguja e hilo. Así se reservan ciertas áreas del textil que el pigmento no va a impregnar generando huellas y patrones. Me interesa explorar las posibilidades compositivas de los diversos patrones, la luz y las formas reservadas en la superficie. Esas huellas lineales sugieren paisajes relacionados con mis imaginarios y mi percepción del entorno.
Como parte de la indagación plástica y buscando una dinámica compositiva en relación con los textiles intervenidos con el añil, esta obra tiene también la tejeduría de piezas escultóricas. Estos objetos además de implicar coloración tienen otro elemento: textura. La textura pertenece a la construcción textil, es la superficie textil en sí misma. Todas las piezas fueron ideadas y recreadas con una técnica de un solo elemento: un hilo. Y con una sola herramienta: una aguja.
Además de mi búsqueda con estas materialidades, este proceso de creación de Paisajes es una colaboración con la artista Carolina Muñoz. En esta práctica nos hemos encontrado con la generosidad del añil y nutrido mutuamente para dar forma a la propuesta expositiva Añil Profundo, con el acompañamiento de la labor curatorial de Juli Rosero. El trabajo colaborativo me ha posibilitado verme a mí misma en el trabajo del otro, no en el resultado sino en el proceso. Entiendo esta colaboración artística como una celebración de la diversidad de posibles maneras de entender y transformar materiales, dos expresiones en un sinfín. Concebir otros modelos de trabajo, más colaborativos, es también dejarnos guiar por el vínculo que tenemos unos con otros y el entorno; los procesos íntimos y silenciosos se enriquecen al conversar con otras realidades atravesadas por la naturaleza de un mismo material. La colaboración, de la mano del disfrute individual de crear, refleja nuestra capacidad de cuidar y nutrir la diversidad de la vida.
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotografías: Natalia de los Ríos