¿Sabe a mí que me emputa? Esa romantización de todo, ese tratar de lavar la realidad con Vel Rosita, para que no se le note el desgaste, la mugre, el absurdo, la injusticia.
El otro día llegó un examante y entre conversa y conversa me fue diciendo que yo por qué no utilizaba la copa menstrual, que era más ecológico, que las mujeres producíamos muchos desechos mes a mes contaminando todo el planeta.
¡Qué tal este marica! Él que no sabe lo que es un cólico, lo que es trabajar con ese dolor tan verraco… Es que ni siquiera me preguntó yo qué usaba, cómo era mi periodo… Nada, me soltó su discursito y ya, empezó como un comercial de Vera Cup a contarme todos los beneficios que tenía, que ya no me iba a manchar más, que no se sentía el período, que a la larga era más económico…
Pura mierda porque la verdad yo ya lo había intentado un tiempo y no fue esa maravilla publicitaria; hasta me dijo: te reconectas con tu cuerpo, es tu sangre, es sagrada, no le debés tener asco. Él qué va a saber lo que es tener este cuerpo, habitarlo, sentirlo todo el tiempo. Ese sartal de lugares comunes que me fue soltando, ni me dio tiempo de decirle que no le tenía asco a mi sangre, que era mía y yo vería lo que hacía con ella.
Me hizo acordar del exmarido feliz diciéndole a todos: estamos en embarazo.
¡Tan romántico el hijueputa! Él que no se privó de comer ni de beber nada, no le tocó la diabetes gestacional, la falta de respiración, no poder dormir, no reconocerse en el espejo y casi morirse pariendo. Será por eso que le sale tan fácil decirme: tranquila, yo te ayudo, acá estoy; en un acá más abstracto que Kandisky, un no lugar desde el que puede ausentarse de la cotidianidad de su hijo, “apoyar” con una video llamada y tener la cara para decir que se compró la moto trabajando duro.
Está como el otro amigo que vino de Estados Unidos diciéndome: flaca es que hay que ahorrar, sino no llegás a ninguna parte… y yo por dentro: ¿Whatttt?, mientras él seguía contándome cómo vivía con menos de la mitad de su sueldo, ayudaba a mantener a su mamá y capitalizaba el resto. Y yo con dos trabajos para poder vivir medianamente, sin más lujos que un quesito semanal y carne de res cada que San Juan agacha el dedo.
Ya quisiera yo ahorrar, así no me diera para la casita, hombre, al menos ahorrarme el cansancio: hacer una pila de desaliento que compita con la montaña de ropa lavada sin doblar, con los trastes pendientes, con los libros por leer.
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotografía por Maíz Ríos (muro en Oaxaca, MX)