Les juro que estoy harta. Entre más insisten, menos ganas me dan y más me fastidia. Esa horrible forma del sistema de querer hacernos parir… Y, como siempre —para sorpresa de nadie—, las mujeres tenemos la culpa de las bajas tasas de natalidad, de la “irresponsabilidad” de no querer parir.
Casi tengo 25 años y esta es la segunda vez que escribo que no tengo —ni siento— el deseo de ser madre.
Ese supuesto “instinto” por ahora en mí es nulo.
Hay personas que, cuando les digo esto, piensan que odio a las niñxs. Al contrario: siento un profundo amor por ellxs. Lo descubrí al trabajar durante dos años con niñas, niños y adolescentes. También sentí dolor e impotencia por la vida de esos niñxs a quienes conocí. Cuyas historias, dolores, frustraciones y problemáticas vi.
Con mi equipo de trabajo hicimos reportes de abuso sexual, depresión, consumo de sustancias, problemas escolares… ¿Y qué nos encontramos? Con la indiferencia de un sistema educativo que trata a las niñxs como pequeñas máquinas que deben aprender, pensar, comportarse y repetir información al unísono. Con la apatía del gobierno local que, de no haber sido por nuestra insistencia, jamás habría movido un dedo. Con madres y padres que repiten el mismo patrón de crianza donde el golpe y el castigo son la única manera para “corregir”. Con familias que encubren el abuso. Y con acudientes que veían en nosotrxs una luz para sus hijxs, porque ellxs mismxs ya no podían serlo.
¿Para qué más hijxs si nadie responde por lxs que ya están? ¿Y con qué condiciones? Yo misma apenas puedo sobrevivir día a día. ¿Con qué amor, si a mí me toca lidiar todos los días con los traumas que me dejó la infancia?
Por lo menos mi mamá ya se resignó. Ya no pregunta “¿vas a tener hijxs?”
Lo único que le preocupa ahora es que, cuando muera, nadie vaya a mí funeral (ella cree que voy a vivir sola y amargada). Pero le dije que no se preocupe, que seguramente alguien irá. Al menos no he fallado como amiga… espero.
Les juro que no odio a lxs niñxs. Me importan tanto que no me siento digna, ni con el amor suficiente que se merecen. Siento que es una responsabilidad inmensa, que exige una madurez profunda. Pero también pienso: ¿para qué parir uno más, si este mundo necesita amor para quienes ya están?
“Hipócritas”, pensé, cuando escuché el discurso de un grupo de “providas” en el parque, hablando en nombre de la vida, el amor y Dios, mientras miles de niñxs mueren —y siguen muriendo— en Gaza, en manos de un Estado que se autoproclama el “pueblo elegido de Dios”.
¡Hipócrita este país! que se preocupa por la caída en la tasa de natalidad, pero cuyas propias instituciones —como el ICBF— no pueden proteger a lxs niñxs.
Hay que ser descarado para seguir pidiéndonos a las mujeres parir, cuando ni siquiera podemos vivir: van 205 feminicidios en el país.
Créanme: por mí que se caiga este chuzo de país.
Sí, estoy harta y enojada.
________________________________________________________________________________________________________________
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Ilustración por Ana Ballesta