¿Qué hacer cuando la pasión le gana al «deber ser y hacer»? Cuando se siente que ya no se ama con tanta pasión aquello que un día era un anhelo y que con el tiempo se convirtió en algo difícil de llevar. Enfrentarse a la disyuntiva entre la mujer pensante y la mujer apasionada; la incertidumbre de no saber qué camino elegir inunda los ojos de lágrimas, que caen sin restricciones, aliviando un poco la presión del instante.
Esta batalla interna, donde la mente implacable en su juicio, impone sus argumentos lógicos, estructurados y coherentes, mientras que el corazón y la intuición hablan de manera calmada y serena. Susurran a través de las sensaciones del cuerpo revelando una ruta desconocida. Se siente tanto miedo que paraliza.
En medio de la constante avalancha de pensamientos, uno de ellos resuena. Pasar de estar consumida durante varios años por un trabajo que se sentía una cárcel, llena de insatisfacciones a la alegría en la decisión de abandonarlo, eligiendo vivir con libertad, haciendo menos cosas, llevando una vida menos acelerada y, aún mejor, explorando actividades distintas a las que había trazado la mujer pensante. Sin embargo, ella sigue diciendo que no se “debe» ir por ese camino, y así, darse cuenta de que el camino se ha recorrido con entusiasmo, pero no con pasión.
En 2022, la pasión que el corazón tanto anhelaba resurge en una nueva actividad completamente placentera, que, aunque sin mucho conocimiento, fluye con mucha naturalidad, llegando a proponer una nueva aventura hacia lo desconocido. Siguiendo el llamado de esa pasión, concediéndole espacio a la mujer amante, a la mujer libre y auténtica.
Aunque el miedo paraliza, la pasión libera y ayuda a comprender que la esencia interna de la mujer sigue siendo la misma. Por lo tanto, no se «debe ser» nadie más que el ser más auténtico. Ser la mujer que se permite amar lo que es y lo que hace. Aceptar que la pasión impulsa, que un corazón encendido es el combustible que hace posible que todo se ponga en marcha. Tampoco se «debe hacer» todo lo que dicta el status quo, se puede disfrutar desafiando las normas impuestas en la propia vida, esa es una forma de vivirla. Por esta razón, resulta natural elegir liberarse del peso de las expectativas autoimpuestas, abrazar la calma del amor y el disfrute.
Hoy entiendo que la disyuntiva entre la mujer pensante y la mujer apasionada ha quedado en el pasado. Nunca se trató de elegir una ruta, siempre se trató de que ambas mujeres que habitan al ser esencial que soy, se abrazaran mutuamente, se aceptaran plenamente, ocuparan sus lugares y se reconocieran en armonía. Hoy me quiero disfrutar de lo que soy y lo que hago, sintiendo placer en cada paso que doy y en todo lo que quiero hacer. El entusiasmo y la pasión me impulsan; finalmente siento el balance que mi alma anhelaba.
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Ilustración: @hipotenusala