Llegué. Me prestaron unas botas. Las botas me quedaban apretadas, pero ¡qué más dá! es el calzado que sugieren para una entrevista. Me dejé llevar por la sugerencia sin saber que nos íbamos a perder. Tremenda falla: entaconada subiendo una montaña, con el tiempo límite y sin especificación alguna del lugar.
Empezaba a sentir los efectos de la altura por estar ‘más cerca de las estrellas’; el corazón agitado, la respiración cortante, pero al final… ¡aprobada para ingresar a la U!
Bogotá llegó a mi vida con el sabor a mazorca del Parque Nacional y su mantequilla derretida; con las ferias de Usaquén y el tradicional B12 de Transmilenio con bajada en el Centro Memoria y la subida empinada para llegar al Paraíso.
Con los habituales domingos de tamal y los viernes de septimazo…
Creo que para haberla vivido 11 años debería darme vergüenza decir que no visité la Torre Colpatria y que apenas una vez llegué al cerro de Monserrate. No así con las visitas a la iglesia del 20 de Julio, que al ser tantas, hubo un tiempo en que me trastorné con sus bancas llenas y plegarias sin fin.
Barrio Galerías.
Bogotá, la capital que acoge a todos y que para todo hay plan: parques, teatro, conciertos, cine; despertó en mí un sentido de lucha, que en la orilla donde nací no habría sido posible. Fui traductora simultánea de la Marcha Patriótica. Una gran experiencia que recuerdo por la interacción con jóvenes latinoamericanos, que no tragan entero y respetan los ideales de los demás.
Recorrí la Nacho y estudié en la Nacho. Viví la soledad y amé la soledad: mi independencia, el cuidar de mí misma y conocerme bien. Atesoré amigos, fortalecí lazos con grandes mentores y maestros.
Me enamoré, me decepcioné. Soñé y logré mi título. Trabajé. Trabajé dignamente.
Hoy que estoy lejos… ¡cómo la echo de menos! Su gente, mi gente. La habitual caminata por el Parkway y Teusaquillo… la comida mexicana en Galerías… las noches en la Ponceña y el perro caliente de la 45. Mi cita a solas en El Corral del túnel, la cerveza en 4 parques y la misa también ahí. La Porciúncula y el crepes de la 19 con su explosión de maracuyá. Corferias, Modelia, ¡La Soledad!
Bogotá es de todos, aunque a veces se hable tan mal de ella.
‘La nevera’ que enfrió mi corazón, pero para conservar todos estos gratos recuerdos y añoranzas.
Siempre tuya Bogotá.
Fontibón
Bajo Licencia Creative Commons / Publicado originalmente en EspacioPotenta.com / Fotos: Adriana Valera